El abogado Cándido Conde-Pumpido Varela, hijo del presidente del Tribunal Constitucional fue detenido este pasado viernes junto a dos amigos como consecuencia de una denuncia presentada por una joven brasileña que asegura ante la policía que los tres varones la habían agredido sexualmente en la vivienda del letrado un chalet ubicado en el distrito de San Blas.
Una acusación que pone en una tesitura nada agradable al socio fundador del despacho Conde Pumpido y de Porres abogados, que seguiría en la cárcel de no ser porque su abogado presentó las grabaciones del circuito cerrado de seguridad que la juez María Isabel Durántez Gil, directora general del gobierno de José Miguel Rodríguez Zapatero ha considerado suficientes para dejarle en libertad.
Llama la atención que el abogado que Pumpido ha elegido para defenderle sea Ricardo Álvarez Ossorio, conocido en su sector por la identidad de sus clientes, en su mayoría mafiosos y narcotraficantes, algo que le ha hecho merecedor de dos apodos 'abogado de los narcos' o 'abogado del diablo'.
Los inicios del "abogado del diablo"
Este abogado empezó a ejercer en los años 90 en el turno de oficio. Su primer caso relacionado con el mundo de la droga fue cuando le tocó defender a tres hispano-marroquíes imputados por narcotráfico. "Fue accidental pero un accidente bonito que cambió mi vida, recuerdo que me lancé sin pensar, era joven, inconsciente, me engañé y no advertí del error, un error que terminó saliendo bien", admite.
A partir de ahí, comenzó a hacerse conocido: “Fue un doble detonante. Primero a nivel personal para mí porque me abrió los ojos. Yo trabajaba por 80.000 pesetas al mes haciendo prácticas en Unicaja en Rota. Tenía que conducir una hora desde mi casa en Cádiz en un coche sin aire acondicionado. Luego de allí me iba a Arcos a hacer la pasantía y después volvía a mi casa y llegaba a las once”, relata Álvarez-Ossorio. “De repente, con un caso en una semana había ganado un millón de pesetas”.