Los tentáculos del fugitivo de Waterloo se extienden hasta el Barça. Carles Puigdemont no sólo quiere mangonear a su antojo Cataluña a través de su chiringuito del Consell de la República pese a ser la tercera fuerza más votada. También quiere un Barça a su imagen y semejanza. Y ya ha colocado a un enviado especial para que el FC Barcelona sea lo que él quiera que sea.
Jordi Finestras ha sido confirmado dentro del staff que ha pergueñado Joan Laporta para su segundo mandato al frente del FC Barcelona. Finestras es muy laportista, pero todavía es más fanático de Carles Puigdemont, para quien ha trabajado como secretario en su absurda, inútil y costosa oficina presidencial.
Con la presencia de Finestras en un puesto de mando del nuevo Barça, Puigdemont se asegura el posicionamiento del club azulgrana en la línea independentista que debe servir como herramienta principal transmisora de la propaganda separatista en el exterior.
Jordi Finestras es periodista y volverá a vivir a costa del Barça después de haber sangrado a la ciudadanía cobrándole su sueldo como asesor de la Oficina del fugitivo Puigdemont. Allí coordinaba el Área de la Gestión de la Información y Atención a la Ciudadanía, una función vital (?) para el desarrollo de Cataluña que exigía un sueldazo a cambio de bien poco, que de eso se trata. Finestras ya había trabajado con Laporta en su primer mandato en el departamento de comunicación, como documentalista, historiador o como vividor del Museo del club.
El Barça depende de los poderes políticos, económicos y mediáticos
La estrategia de Puigdemont pasa por colocar a un peón en posiciones próximas al presidente del FC Barcelona para montar los pollos que vaya improvisando sobre la marcha aprovechando el altavoz que supone el Barça a nivel internacional.
El propio Laporta no ha engañado a nadie. Ya ha avisado de que su Barça circulará en esa dirección, la que marque su gran amigo Puigdemont, con quien compartió en el pasado agradables veladas en la Costa Brava en compañía de lo más florido de la sociedad civil separatista catalana.
Ni JxCat ni ERC mantuvieron buenas relaciones con el expresidente Josep Maria Bartomeu, quien siempre se negó a alinear al Barça en una dirección política, aunque sí se vio obligado a hacer muchas concesiones, pero jamás consiguieron entrar en el Barça y manejarlo a su antojo.
Puigdemont y el separatismo trabajaron para Laporta en la recogida de firmas
Eso ahora ya será posible en este Barça absolutamente dependiente de los poderes políticos, económicos y mediáticos externos (Puigdemont, Audax Renovables y Mediapro). Nunca como hasta ahora el Barça ha sido menos de sus socios y más de agentes ajenos.