Se movía erráticamente, tenía frío y estaba enfermo. Su salvador lo lleva al veterinario, lo medican y le dan suero para alimentarlo.
Envuelto en una mantita eléctrica se va recuperando poco a poco. Lo meten en una caja de cartón, con una mantita y recibe la visita de una gata que lo lame y le da calor.
Acurrucado a su lado, descansa y puede dormir, lo alimentan y lo medican con una jeringuilla y pronto se ve la recuperación. El hijo de su salvador lo sube al sofá, lo acaricia y le da cariño.
En la casa tienen una mama gata, se llama Lara y rápidamente acepta al pequeño Ben, lo achucha y lo alimenta.
Ben ha encontrado una familia humana y otra gatuna que le harán feliz.