Lo llevaron al veterinario. Tenia una pata y la cadera roto. El veterinario dijo que lo mejor sería amputarle la pierna. Cuando se recuperó lo llevaron a una casa de acogida.
Allí había más perros y ha aprendido que es bueno que lo acaricien. Aunque le falte una pierna, se ha adaptado, aunque sigue siendo desconfiado.
El primer día que le dio de comer con la mano, lo aceptó y poco a poco fue perdiendo el miedo. Con el que se lleva mejor es con el hombre de la casa, se deja acariciar y le gusta subir a su lado en el sofá.
En la casa de acogida esperan que Travis encuentre el hogar donde le hagan feliz. Con amor y cuidados se recuperará sin duda.