Eran recién nacidos y alguien los abandonó. El dolor debía ser insufrible. Como pude los saqué del hormiguero y los llevé a salvo. Los gatitos se desmayaron.
Con la ayuda de un amigo intentamos quitarles las hormigas del cuerpo. Era difícil estaban aferradas a su piel. Me entraron ganas de llorar pensando el dolor que estaban sufriendo.
Poco a poco dejaron de morderlos y se relajaron en mis manos. Lo peor había pasado, pero no podíamos confiarnos. Los llevamos al veterinario. Eran muy pequeños para vivir sin su madre en aquellas condiciones.
Los adoptaremos y les buscaremos una nueva madre y esperamos que pronto se recuperen y vivan felices.