Marilyn Monroe y el Clan Sinatra: una historia muy peligrosa

Toda la verdad sobre la relación que unió a la 'tentación rubia' y a la 'voz', al descubierto

29 de Mayo de 2019
Marilyn Monroe y el Clan Sinatra: una historia muy peligrosa
Marilyn Monroe y el Clan Sinatra: una historia muy peligrosa

Frank Sinatra se hundió de nuevo e incluso intentó suicidarse cortándose las venas en casa de un amigo. Parecía que seguía un camino imparable hacía la autodestrucción, cuando apareció un ángel que aportó una bocanada de aire fresco a su caótica vida: Marilyn Monroe.

La diva de Hollywood tampoco pasaba por su mejor época, ya que acababa de separarse de Joe Di Maggio, el jugador de béisbol más famoso de todos los tiempos.

Es sabido que un clavo quita otro clavo, y Sinatra y Marilyn necesitaban urgentemente un martillo que les ayudara a desclavarse de sus respectivos desengaños amorosos. El flechazo estaba servido.

Parece ser, no obstante, que en un primer momento la relación fue esencialmente amistosa. Como mucho, platónica. Cugat decía, maliciosamente, que era lógico. La una acababa de dejar a Di Maggio y el otro, a la Gardner, dos fieras físicamente hablando. Ni Frank ni Marilyn podían tener, al principio, demasiadas reservas de apetito sexual.

La primera vez de Marilyn Monroe y Frank Sinatra

Pero la conocida costumbre de Marilyn de pasearse desnuda por casa llenó las pilas de Sinatra, y una mañana, cuando ella ya residía en la mansión del cantante, la Voz se lanzó y cantó el do de pecho.

A pesar de que nunca formalizaron su relación, Sinatra estaba sinceramente enamorado de Marilyn, como él mismo reconoció un montón de veces. El sentimiento todavía era plenamente vigente en 1961, cuando la actriz se encontraba sumida en una espiral de continuas depresiones. La Voz se desvivió para que Marilyn renaciera de sus cenizas.

Le ofreció los regalos más caros que había en las tiendas de Hollywood (y puedo asegurar que allí hay objetos carísimos) y compró los derechos cinematográficos de la película Born yesterday con el objetivo de que se convirtiera en la protagonista de un remake del mismo.


Marilyn Monroe y el Clan Sinatra

La mimaba como a una niña. En una ocasión llegó a rechazar una cena con el presidente Kennedy porque estaba preocupado por la actriz, que llevaba tres días desaparecida de la faz de la tierra.

Durante mi estancia en los Estados Unidos, más de una persona del entorno de Sinatra me confirmó que la excelente relación entre La Voz y la Monroe hubiera podido culminar perfectamente en matrimonio a poco que el cantante se lo hubiera propuesto.

Pero él, que sentía por ella una particular mezcla de atracción y compasión, nunca dio el último paso que tal vez habría servido para apartarla de su camino hacia la muerte.

También se aseguraron que lo último que escuchó Marilyn antes de morir fue un disco de Sinatra. Sea cierto o no, la relación especial que existía entre ambos fue incuestionable hasta el mismo día de la muerte de la actriz.

El Rat Pack (Banda de ratas) y El Clan Kennedy

Frank Sinatra siempre sintió la necesidad de verse rodeado de personas y amigos que le fueran leales; gente que no se moviera de su lado y compartieran con él sus grandes ambiciones y, muy especialmente, su obsesión por el tabaco, el alcohol, la vida noctámbula y las mujeres hermosas (y quién no).

Este reducido grupo de amigotes empezó la singladura con reuniones en casa de Humphrey Bogart, vecino de Sinatra en Hollywood. De hecho, la esposa de Bogart, Lauren Bacall, fue la que los bautizó con el nombre de Rat Pack (banda de ratas en inglés, en alusión a la manera cómo vivían y al hecho de que se ayudaban mutuamente).

Sinatra siempre sintió una auténtica devoción por Bogart, con quién solía conversar durante noches enteras en presencia de Lauren Bacall y siempre en compañía de una botella de bourbon.

Cuando al protagonista de La reina de África le diagnosticaron cáncer de esófago, la relación de amistad entre ambos se acentuó, a la vez que surgía algo más entre Bacall y Sinatra.

Sinatra y Lauren Bacall

A la muerte de Bogart, la actriz y el cantante hicieron pública su relación. Parecía que todo iba sobre ruedas e incluso se llegó a comentar que iban a casarse, pero se trataba de dos caracteres fuertes que acababan de salir de sendas relaciones amorosas muy intensas -el cadáver de Bogart aún estaba caliente y a Sinatra todavía le temblaban las piernas por culpa de Ava Gardner- y, en breve, el romance se extinguió.

Desaparecido Bogart, La voz tomó el timón del grupo que, aunque ya era famoso como Rat Pack, se le empezó a conocer también como el Clan Sinatra.

El grupo de amigos, además de organizar de forma conjunta conciertos y películas, vivía infinidad de correrías. En este selecto equipo figuraban Dean Martin. Sammy Davis Jr., Joey Bishop y Peter Lawford, entre otros.


Marilyn Monroe y el Clan Sinatra

Sus continuos desmanes y su obsesión por quebrantar todas las reglas establecidas les generaron numerosos detractores entre el sector más conservador de los Estados Unidos que, además, les reprochaba que ni tan siquiera fueran lo suficientemente americanos (no en vano, Sinatra y Dean Martin eran de procedencia italiana, Sammy Davis Jr. de color y Joey Bishop tenía ascendencia judía. El único americano que se podía considerar puro era Peter Lawford, cuñado de John Fitzgerald Kennedy).

Una de las prioridades de los integrantes del Rat Pack era la actividad sexual, que se incrementaba de forma especial durante las actuaciones que tenían lugar en Las Vegas. Las chicas les solían esperar en un salón de alguno de los hoteles que controlaba la Mafia, que se encontraba siempre bien provisto de alcohol y comida y allí pasaban la noche entera en medio de orgias antológicas. En alguna ocasión la situación se puso tan caliente que incluso llegaron a ser detenidos por la policía y llevados a comisaria después de que les denunciaran por escándalo.

La fama de grandes seductores no pasó inadvertida al presidente John F. Kennedy y, en breve, los componentes del Rat Pack fueron los encargados de proporcionarle mujeres para calmar su legendario apetito sexual. El modus operandi, era el siguiente, JFK aparecía en una de las fiestas del grupo, Sinatra le presentaba una joven y, al cabo de unos minutos, el presidente se iba con ella a una suite discretamente reservada por los servicios secretos de la Casa Blanca. A pocos metros de la alcoba, los guardaespaldas velaban por la seguridad del mandatario. Quizá no la inauguró, pero Kennedy si dio un sentido estricto a la expresión sexo seguro.

Frank Sinatra mantenía en aquel entonces una clara vinculación con JFK. Incluso le había apoyado en la campaña para las elecciones primarias y le había facilitado un importante apoyo en la campaña para las elecciones primarias y le había facilitado un importante apoyo económico —que procedía directamente de la Mafia, según Xavier Cugat— para acabar organizando la fiesta del triunfo cuando John Kennedy alcanzó la presidencia.

El cantante sentía una gran admiración por el joven político de ascendencia irlandesa, de quien tenía posters y fotografías en su casa, de la misma manera que John Kennedy apreciaba la música de La Voz hasta el punto de que la canción que ponía punto final a sus mítines electorales, y que sirvió como eslogan de su campaña triunfal, era High bopes, la balada de éxito del momento.

Peter Lawford, figura clave

La figura clave del tinglado, no obstante, era Peter Lawford, que formaba parte del Clan Sinatra como miembro del Rat Pack y, al mismo tiempo, estaba vinculado al clan Kennedy tras casarse con Patricia, hermana del presidente. La conexión Sinatra-Kennedy se había consolidado con la llegada del segundo a la Casa Blanca, pero la mala fama del Rat Pack empezaba a ser molesta.

En todo caso, no era la clase de amigos que debía tener un presidente católico, pensaban algunos. A partir de un cierto momento, los asesores de JFK, encabezados por su hermano y secretario de Justicia, Robert, empezaron a aconsejarle que se fuera alejando de la Voz y su pandilla; entre las orgias y la evidente conexión con la Mafia, aquello podía convertirse en cualquier momento en un volcán en erupción.

Kennedy pensaba más con la entrepierna que con el cerebro

Sin embargo. Kennedy pensaba más con la entrepierna que con el cerebro, dicen quienes le conocieron, y no les hizo caso.

Los problemas no tardaron en llegar. En una de las juergas del Rat Pack con la inevitable presencia de prostitutas y con Kennedy de invitado, éste conoció a una bella joven irlandesa, Judith Campbell Exner, que aspiraba a hacerse un nombre dentro del mundo del cine y de la canción por la vía rápida.


Marilyn Monroe y el Clan Sinatra

En realidad, este tipo de fiestas era —y sigue siendo— la forma más directa de escalar puestos en el ambiente de Hollywood y Las Vegas para las jovencitas ambiciosas y con pocos escrúpulos.

Cugat afirmaba que esto formaba parte del espectáculo y, cuando le preguntaban si él mismo se había aprovechado de algunas de ellas, respondía enigmáticamente. “Usted sabe…Había tantas fiestas y tantas chicas bonitas…”. 

Judith Campbell, sin embargo, se llevaba la palma. Era hija de un estricto arquitecto católico, pero, por lo que parece, no había estado muy atenta en las clases de religión y moral cristiana. Había entrado en contacto con el mundillo de Hollywood al casarse cuando tan solo tenía 18 años con el actor Willian Campbell, que era quien la había introducido en las fiestas de los artistas (algunos maridos no son excesivamente celosos, en Hollywood).

Kennedy, Judith Campbell y los mafiosos Sam Giancana y Jonny Roselli

Para algunos críticos de cine y periodistas de los años sesenta, la belleza de Judith era comparable a la de Elizabeth Taylor. La carrera de esta muchacha no tiene desperdicio, fue amante de Frank Sinatra y, tras la fiesta de marras, éste la traspasó a Jack Kennedy, con quien mantuvo un tórrido affaire que duró dos años.

Pero ella era insaciable por lo visto y durante este mismo periodo de tiempo también mantuvo relaciones con los mafiosos Sam Giancana y Johnny Roselli. Eso, que se sepa. Algunos aseguran que su agenda telefónica era más extensa que la guía de Los Ángeles.

En medio de todo este embrollo, la Casa Blanca y el FBI estaban que trinaban. Las relaciones extramaritales de JFK ya eran de por sí un asunto enojoso, pero una vinculación con miembros de la Mafia a través de la cama ya era demasiado. Y vaya miembros. 


Marilyn Monroe y el Clan Sinatra

Sam Giancana era el máximo responsable de la Mafia de Chicago, que a su vez controlaba los negocios de las drogas en la Costa Oeste de EEUU. Había entablado amistad con Frank Sinatra en los momentos más bajos de popularidad del cantante, tras perder la voz y dejarse consumir por las depresiones. El capo mafioso invirtió millones de dólares en promocionarlo y aportó los contactos indispensables para que la Voz triunfara de nuevo en Hollywood y firmara un súper contrato con la discográfica Capítol Records

Giancana falleció súbitamente en su mansión en 1975, ayudado por seis balazos del calibre 22, uno en la cabeza y los otros cinco en la boca. El citado Johnny Roselli, le seguiría al otro mundo, un año más tarde, y en parecidas circunstancias.

Como hemos dicho, la relación de Judith Campbell con Jack Kennedy se prolongó durante dos largos años y la llevó a visitar en diversas ocasiones la Casa Blanca, además de compartir habitación con el presidente en múltiples hoteles de Nueva York, Los Ángeles, Chicago y Palm Beach. Con tanto trajín, no es extraño que la relación fuera fructífera y ella misma desveló años más tarde que JFK la dejó embarazada en 1962 y Sam Giancana tuvo que ayudarla a abortar.

El FBI finalmente perdió la paciencia y pidió a Robert Kennedy que metiera en vereda a su hermano antes de que se produjera una catástrofe política, o que algún día se le cayera el pene a pedazos en medio de la Sala Oval, o ambas cosas a la vez. Tras unas broncas de impresión entre ambos hermanos, al final Bob convenció al presidente de que Judith Cambell y el Clan Sinatra eran nefastos para su porvenir político. Jack se resignó a prescindir de la actriz-meretriz al fin y al cabo. Marilyn ya apuntaba en el horizonte, pero para alejarse del Rat Pack necesitaba un poco más de fuerza de voluntad.

El día que la relación de Sinatra con los Kennedy llegó a su fin

Por suerte Robert Kennedy era un hombre expeditivo y los tenía bien puestos —había logrado tener bajo control a los poderosísimos sindicatos norteamericanos— e impidió que su hermano viera a Sinatra anulando una estancia que ya estaba programada en la mansión de la Voz en Palm Springs, donde JFK debía pasar una noche durante una gira presidencial por el estado de California. Sinatra tenía la visita preparada hasta el último detalle, e incluso había dispuesto habitaciones especiales para los guardaespaldas del presidente, pero al final Kennedy se alojó en casa del actor Bing Crosby, a pesar de que éste tenía mayores afinidades con los republicanos.

Tras este incidente, Sinatra se dio cuenta de que su relación con los Kennedy se había terminado y había llegado el momento de arriar velas y buscar nuevas amistades. Sin embargo, la Voz no era alguien que olvidara fácilmente un agravio. Su venganza contra el clan irlandés fue larga y sostenida. Primero se cebó con la figura de Peter Lawford, más famoso por haberse casado con Patricia Kennedy que por los éxitos de su carrera cinematográfica. Olvidando completamente que el actor había sido su gran compañero de aventuras. Sinatra se encargó personalmente de que Lawford desapareciera de forma definitiva del mundo artístico.

Luego, el hijo del bombero y la abortista cambió de bando y se puso decididamente al lado de los republicanos, hasta el punto que se dice que llegó a tener mucha más influencia sobre Richard Nixon que la que había tenido sobre John F. Kennedy. Sinatra y Nixon llegaron a ser amigos íntimos y jugaban juntos al golf con frecuencia. La Voz incluso hizo por Nixon lo que no había querido hacer por nadie más; rompió su retiro artístico y cantó en la Casa Blanca.

Sinatra y Jaqueline

Pero Sinatra aún no tenía suficiente. El rencor todavía le quemaba por dentro y quería humillar a “esos sucios irlandeses”, cómo él les llamaba. Y en 1975 rizó el rizo de la venganza sofisticada; se lio con Jaqueline, la viuda de JFK y luego del archimillonario griego Aristóteles Onassis. Los Kennedy pusieron el grito en el cielo. Aquello era excesivo.


Marilyn Monroe y el Clan Sinatra

Entonces mandaron a Ethel Kennedy, ex cuñada de Jackie, a poner las cosas en su sitio. Agriamente, Ethel recriminó a la llamada Viuda de Oro que se acostara con el mismo hombre que antaño había sido el encargado de buscarle mujeres a su esposo. No se sabe si fue por causa de esa regañina, pero lo cierto es que a partir de aquel momento la relación entre Frank Sinatra y Jackie se desvaneció en un abrir y cerrar de ojos.

Sinatra completa su venganza contra los Kennedy

La venganza de Sinatra contra los Kennedy se completó años más tarde, cuando apoyó la candidatura del también republicano Ronald Reagan en 1980, e incluso le organizó la fiesta de inauguración de la presidencia, tal y como había hecho en su día con JFK.

Con la familia Reagan tuvo asimismo un fuerte ascendente. En realidad, la cosa venía de lejos, de su época común en Hollywood. Siempre se ha especulado con que la esposa del máximo dignatario, Nancy, mantuvo algo más que conversaciones amistosas con la Voz, aunque nunca se ha podido demostrar. Se dice que Nancy amaba profundamente a Sinatra, una circunstancia que, lógicamente, no era del agrado de Ronald Reagan.

Nancy escuchaba los discos de la Voz a todas horas del día hasta que su marido se lo prohibió terminantemente, y Frank Sinatra solía telefonearla para hablar con ella desde cualquier parte del mundo.