Lógicamente, tras sufrir una experiencia tan dramática, Themis se volvió agresivo.
Un buen hombre intentó rescatarlo, pero Themis sólo hacía que ladrar. Sin embargo, el rescatista volvió a verlo cada día para intentar ganarse su confianza.
Un día le acarició cuidadosamente con un guante. Poco a poco y a base de mimos, el perro fue cogiendo confianza.
Llegado el momento, el rescatista liberó a Themis y le guió en la oscuridad hasta meterlo en una jaula para trasladarlo a un refugio de animales.
El rescatista le preparó un sitio especial a Themis para que se sintiera a salvo en el refugio, y pasado un largo rato el perro se atrevió a salir dando sus primeros pasos hacia la libertad.
Themis todavía tiene heridas del pasado que curar, pero tal y como se aprecia en el vídeo, cada día que pasa está más feliz de vivir en libertad a plena luz del día.