Este sábado, Corea del Norte preparaba la celebración del 75º aniversario de la fundación del Partido de los Trabajadores.
Un aniversario en el que las calles de Corea se convierten en el escenario de un espectacular desfile militar, en el que el dictador norcoreano, Kim Jong-Un, demuestra su fuerza militar como estrategia propagandística de terror frente al resto de países.
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Una celebración que, este año, enviará internacionalmente dos mensajes, preparados por el dictador para mantener mundialmente la idea de que Corea del Norte no ha perdido fuerza.
El primero de ellos, relacionado con una de las mayores amenazas actuales en todo el mundo: el coronavirus.
Y es que la salida a la calle de multitudes de ciudadanos demuestran que Corea del Norte, que cerró sus fronteras el pasado mes de enero, ha conseguido mantenerse libre del virus; o, al menos, ha conseguido evitar que se conozcan contagios dentro del país.
Pero es el segundo mensaje el que ha llegado directo al corazón de los Estados Unidos: la clara amenaza nuclear de Kim Jong-Un a los candidatos a ocupar la Casa Blanca.
Estados Unidos deberá pactar el desarme norcoreano
En plenas elecciones presidenciales de Estados Unidos, el presidente norcoreano ha mandado una clara amenaza: sea quien sea quien ocupe la presidencia de los Estados Unidos, ya sea Donald Trump o Joe Biden, tendrá que tener muy presente en su política el programa nuclear de Corea del Norte.
"Hay posibilidades de que Corea del Norte desvele nuevas armas estratégicas, como un miisil balístico intercontinental o cohetes submarinos, para llamar la atención en un momento en que sus logros económicos han sido escasos" advierte Lee In-Young en el Parlamento de Corea del Sur.
Según la agencia EFE, el misil que podría ser presentado sería más potente que el Hwasong-15, con capacidad teórica para atacar a Estados Unidos con una cabeza nuclear.
La amenaza, sin embargo, no vendría con ánimo de crear una nueva guerra con EE.UU., sino con intención de retomar las conversaciones sobre el desarme nuclear que abrió Trump en la cumbre de Singapur de 2018, y que se vieron estancadas desde el fracaso de la reunión de Hanói en febrero de 2019.