Así era el zulo donde ETA tuvo secuestrado a Ortega Lara 532 días

17 de enero de 1996. Ortega Lara, es abordado en el garaje de su vivienda en Burgos, cuando regresa de su trabajo en la cárcel de Logroño, por tres etarras que le introducen en el maletero de su coche, hasta un zulo en una nave industrial.

Laura R. Patermann
Periodista
19 de Noviembre de 2023
Así era el zulo donde ETA tuvo secuestrado a Ortega Lara 532 días
Así era el zulo donde ETA tuvo secuestrado a Ortega Lara 532 días

El zulo estaba ubicado en la localidad guipuzcoana de Mondragón, bajo una fábrica donde ETA hacía pruebas de explosivos, a la que únicamente se podía acceder mediante un ascensor hidráulico, y que en su interior se escondía la pequeña estancia donde permaneció José Antonio durante un largo año y medio.

El zulo era el símbolo del horror; prácticamente un ataúd. Allí, la banda terrorista ETA lo enterró en vida en un espacio de 2,2 metros de ancho por 1,80 metros de alto en donde solo podía ponerse completamente de pie en el centro.

Ortega Lara malvivió durante 532 días en el zulo con dos ollas que le proporcionaron sus secuestradores, una con agua para que pudiera asearse y otra que servía para que hiciera sus necesidades. El lugar tan solo tenía una tumbona, una mesa y una silla plegables, y las paredes estaban decoradas con una percha y un estante colgados.

Las condiciones de salubridad eran ínfimas, "las paredes y techo de este compartimento, y en especial la del fondo", presentaban "un altísimo grado de humedad, con zonas mohosas y otras de goteo, que desprenden el olor característico de los humedales".

El 1 de julio de 1997 la Guardia Civil liberó al funcionario de prisiones tras su largo secuestro.  El coronel Manuel Sánchez Corbí cuenta cómo en el momento de sacarlo "Ortega Lara es un ser desorientado, perdido, ido, que no entendía lo que pasaba", y que al acceder al agujero para liberarlo gritó "matadme ya de una puñetera vez", porque creyó que eran sus secuestradores quienes se asomaban por el acceso.

Además, Corbí añade que "si no le hubiéramos encontrado, no hubiéramos presentado pruebas al juez, el comando se hubiera librado de la cárcel y seguramente Ortega Lara habría muerto de inanición, porque el comando no se hubiera arriesgado a volver a la nave en semanas".

Hoy cualquiera puede entrar en una réplica del habitáculo en el Centro Memorial de Víctimas de Vitoria.  

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