Actualmente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo define como un Trastorno Generalizado del Desarrollo (TGD), de carácter severo y crónico, y que afecta a las capacidades de relación y al desarrollo emocional y conductual del niño. Por ello, las familias de niños Asperger deben enfrentarse al hecho de que sus hijos van a tener que ‘aprender’ de forma diferente al resto, hecho que el entorno también debe entender.
Los estudios indican que el síndrome de Asperger afecta de 3 a 5 individuos por cada 1000, y a muchos más varones que mujeres. Los dos sexos presentan características parecidas, pero las niñas muestran manifestaciones menos severas: son más pasivas y sociables, y tienden a tener menos conductas agresivas.
El gran problema del síndrome de Asperger es que no se trata de una patología fácil de reconocer y diagnosticar, y a menudo pasa desapercibida. Es un trastorno que no presenta rasgos físicos característicos ni afecta a la inteligencia. Las dificultades para sociabilizarse que sí muestran suelen definirse como simples problemas de adaptación o personalidad.
Además, no hay marcadores biológicos que lo identifiquen. Por ello, es muy posible que pasen años sin que el síndrome de Asperger se diagnostique o que se confunda con otros trastornos, especialmente con el autismo. Por todo ello, es importante que los padres estén atentos a una serie de comportamientos y problemas que pueden mostrar los más pequeños.
El diagnostico de Asperger ha aumentado en los últimos anos, sin embargo, no es claro si es más común o si hay un mayor número de profesionales que lo han detectado. Sin embargo, niños con Asperger no tienen retrasos en el aspecto de comunicación y lenguaje. De hecho, para ser diagnosticado con el síndrome de Asperger, un niño necesita un desarrollo de lenguaje normal al igual que inteligencia típica.
A continuación, se presentan las características centrales que definen al síndrome de Asperger:
Comunicación. En general, los problemas en este campo hacen referencia a la comprensión de los mensajes; a los niños Asperger les cuesta seguir las instrucciones dadas en grupo y tienen dificultades para centrar la atención e interpretar correctamente los mensajes. También, es posible que utilicen un lenguaje pedante y repetitivo, además de incorporar gestos torpes y, muchas veces, desacertados.
Relaciones sociales. Los niños Asperger suelen tener pocas habilidades para hacer amigos. Normalmente, no utilizan de forma correcta las claves verbales y las no verbales para relacionarse con otra gente (no saben cuándo utilizar una mirada o una sonrisa, no perciben cuándo alguien desea terminar la conversación o cuándo están diciendo algo inapropiado, etc.). También, muestran poca empatía; les cuesta mucho reconocer los sentimientos y las emociones que ellos mismos y los demás experimentan.
Flexibilidad cognitiva. Los pequeños con este síndrome presentan una falta de flexibilidad mental. Prefieren las actividades mecánicas, se resisten a los cambios, se sienten seguros con las rutinas y los rituales, e insisten en cumplir todas las normas. De la misma manera, pueden desarrollar un interés obsesivo por según qué temas y cosas.
El primer paso a ser diagnosticado es una evaluación que incluya una lista de desarrollo historial y de observaciones. Debe ser hecho por profesionales con experiencia con el autismo u otros trastornos generalizados del desarrollo (PDD’s). Diagnosticar lo más pronto posible es importante porque niños con el síndrome de Asperger que reciben intervención temprana en su vida tiene más oportunidades de sobresalir en la escuela y vivir independientemente.