El juez Llarena se juega el pescuezo en las playas catalanas

Llarena, que ha tenido que irse de Cataluña, ha vuelto para disfrutar de sus vacaciones en la Costa Brava... ¡con escolta!

14 de Agosto de 2019
El juez Llarena se juega el pescuezo en las playas catalanas
El juez Llarena se juega el pescuezo en las playas catalanas

El juez Pablo Llarena, que lideró hace casi dos años el stop a la revuelta independentista poniendo orden en Cataluña y redactando las euro órdenes contra los presos fugados, ha ofrecido una muestra más de su valentía asumiendo el reto de disfrutar de sus vacaciones en las playas catalanas, jugándose el pescuezo, como ya ha hecho durante los últimos 30 años.

Es la manera de contribuir a la normalización de un territorio que ha vivido momentos de inestabilidad y tensión en los últimos meses. Además, en su casa, ha tenido la oportunidad de vivir en sus propias carnes el odio que el adoctrinamiento separatista ha encendido contra España y todo lo que representa a España en esa zona del territorio nacional.

Acosos y escraches

Llarena ya conoce perfectamente, porque lo ha vivido en su propia piel, lo que es el acoso y los escraches contra él y su familia. El supremacismo ha intentado echarle de Cataluña, pero él ha respondido llevando una actividad normal sin proporcionar al salvajismo separatista la sensación de la derrota. Al contrario.

Llarena ha disfrutado de sus habituales vacaciones en la costa catalana con plena normalidad, aunque eso le ha supuesto someterse al hostigamiento de los que no aceptan el imperio de la ley y el orden. El pasado año tuvo que abandonar un restaurante por los insultos y amenazas de otros clientes allí reunidos que no desean a su lado a nadie que no piense igual que ellos y que apuestan por un pensamiento unico que no se somete a la ley.

Cuatro escoltas pendientes de su seguridad

Para evitar este tipo de situaciones, Llarena ha tenido que vivir recluido en su urbanización de la Costa Brava, adoptando las debidas precauciones en sus salidas a la playa o a restaurantes rodeado de cuatro agente de seguridad con el fin de evitar incidentes que, a diferencia de lo que sucedió el pasado año, esta vez no se han producido, según informa El Confidencial. 

El despliegue de seguridad organizado por el Ministerio del Interior le ha obligado a supeditar sus horarios de playa a los momentos en que estas estaban menos concurridas, a última hora de la tarde, lo que no le ha evitado comentarios despectivos y miradas de odio de los allí presentes, aunque afortunadamente este año no se han producido incidentes.

No le perdonan su condición de instructor de la causa del Procés, que ha desembocado con 12 políticos catalanes encarcelados y juzgados por su intento de golpe de estado en Cataluña. Tampoco le perdonan que mantenga abierta la causa contra Puigdemont y los otros políticos en el extranjero fugados de la justicia española, contra quienes puede activarse de nuevo otra orden europea de detención.

Tuvo que irse de Cataluña

Llarena vivía con su familia en Sant Cugat de Vallés, municipio muy próximo a Barcelona, y disfrutaba de su segunda residencia en el Pirineo gerundense, en la localidad de Das, situada en la comarca de La Cerdanya. Pero se ha visto obligado a trasladar su residencia a Madrid, harto de escraches, amenazas y hostigamientos. En Das le pintaron a la puerta de su casa frases invitándole a irse de Cataluña mientras le acusaban de ser un "fascista".

La puerta de su casa en Sant Cugat fue rociada con pintura amarilla. Y en un restaurante de Mont-ras fue objeto de un acoso que le obligó a abandonar el local de forma precipitada en una velada en la que estaba cenando con unos amigos. A su salida del restaurante Can Cou-Cou fue abordado por 15 CDR que golpearon su coche mientras le gritaban que "las calles siempre serán nuestras".

También su esposa, Gema Espinosa, ha sido objetivo de estos salvajes que no aceptan la ley cuando la ley no se adapta a sus gustos y necesidades.