El estado de salud del Rey Carlos III sigue siendo motivo de preocupación y especulación, especialmente después de que informes recientes sugirieran un deterioro progresivo en su condición médica. Desde que se reveló en febrero que estaba recibiendo tratamiento contra el cáncer después de una cirugía para extirpar un agrandamiento benigno de la próstata, la atención pública ha estado centrada en su evolución.
El palacio de Buckingham ha intentado tranquilizar al público asegurando que el Rey se mantiene "completamente positivo" ante el tratamiento. Sin embargo, según el diario 'New York Post', se ha informado que su salud ha empeorado, lo que ha llevado a los funcionarios del palacio a mantener actualizado un plan para su eventual funeral. Estos preparativos, según el medio, comenzaron inmediatamente después del entierro de la Reina Isabel.
Las noticias sobre los planes funerarios han generado preocupación sobre la gravedad de la situación del Rey Carlos III. Una fuente cercana a la Familia Real británica ha sugerido que su estado es más grave de lo que se ha dado a conocer públicamente. Aunque sus allegados mantienen un semblante optimista y determinado, se ha insinuado que el Rey está enfrentando un desafío considerable en su salud.
Según un "viejo amigo de la familia real", los planes funerarios de Carlos III están siendo actualizados y se han denominado con el nombre en clave "Operación Menai Bridge". Este documento detallado se creó después del entierro de la Reina Isabel y sigue un protocolo estándar en la realeza británica para garantizar un último adiós sin contratiempos.
Un protocolo normalizado en la realeza británica
Aunque el nombre de esta operación puede parecer alarmante, los oficiales militares han asegurado que este tipo de preparativos son rutinarios dentro de la familia real. Todos los miembros de la realeza británica tienen asignados planes funerarios actualizados, clasificados por palabras clave basadas en puentes, como la famosa "Operación Puente de Londres" para la Reina Isabel.
El Rey, de 75 años, ha optado por mantener un perfil bajo desde que se anunció su diagnóstico de cáncer. Ha seguido las recomendaciones médicas de posponer sus apariciones públicas para "ocultar su estado de deterioro". A pesar de la gravedad de su situación, la Familia Real y sus allegados permanecen esperanzados y comprometidos a enfrentar esta difícil prueba.